
Cuelgan los adornos de navidad de las ramas ajadas de los árboles de plástico como un mal simulacro de la felicidad ausente.
Redondas, suaves, brillantes, livianas esferas sin las aristas que acechan tras las esquinas de los días corrientes.
Pero las luces apagadas de guirnaldas tendidas en los balcones como esqueletos de sueños abandonados al viento helador de las madrugadas anuncian ya las prisas y las mentiras.
Y la ciudad afila sus dientes.
Miedo me da.
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A mí también un poco, pero habrá que enfrentarse a ello. Tenemos las letras como arma.😘😘
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Solo de pensar en las prisas se me pone mal cuerpo…
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Jajaja! Pues nos quedan 357 días de prisas. Habrá que buscar momentos para pararse.
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