
Y sin embargo hay un rayo verde que brota del sucio asfalto por el que transitamos ajenos a la vida real.
Basta el pretexto de una suave llovizna invernal para abrirse paso en la piel áspera de la ciudad.
Es como una cicatriz de la que mana la sangre mansa de una madre que llora en silencio la agonía de sus torpes hijos.
Un dolor sordo que nunca trae paz.
Es la vida que brota, e incluso a nuestro pesar, viene para desalojarnos, Un saludo.
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Sí, por suerte y contra todo pronóstico brota
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