
Es esa que te incomoda
cuando tú desvías la tuya
al pasar a su lado
en el cajero automático
que ha convertido en su hogar.
Es la de aquel que se quedó
anclado en los cinco años,
aunque ya las arrugas surquen su piel,
y que tú escabulles para que no te recuerde
tu propia fragilidad.
Es la de esos ojos de piel tostada
y acento extranjero
que dormita cansada
en el asiento del metro
mientras tú ignoras
hábilmente su presencia.
La otra mirada
es la que te devuelve el espejo
al llegar a casa
cuando a fuerza de no mirar
se te caen todas las corazas
Paraguas de colores para días grises
¡Me encanta!
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Muchas gracias Margarita ♥️
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