La princesa triste bebe absenta, quema ramos de flores, haciendo hogueras de lirios en mitad del salón de baile.
Le importan un pito las miradas de soslayo.
Que se jodan, que ella es la princesa.
Los ve por el rabillo del ojo girando a su alrededor como pelotas amaestradas.
Trajes vacíos.
La vida le sabe insípida fuera de ese líquido.
Hada madrina, hazme niña de nuevo, pero una muy pequeña, como Pulgarcita.
Sus deseos son órdenes.
Montada en un pétalo de rosa
se adentra en su mar verde de absenta.
Y ya nadie mira. Para nadie cuenta.
Pobre princesa. Un beso
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Gracias, Susana.
Sí, menos mal que tiene absenta.
Es un modesto homenaje a la princesa de Rubén Darío, que como ves, sigue triste y cada vez más viendo el panorama que hay.
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