Curso del 88

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Aquí estás, como si no hubiera pasado el tiempo. Como cuando volvías de las vacaciones con ganas de ver si el nuevo curso era eso: nuevo. Y sientes exactamente lo mismito. Odias a todo el mundo y darías lo que fuera por desaparecer de esa puta fiesta a la que no sabes muy bien por qué has ido. Te has bebido cuatro o cinco pelotazos a ver si así pero ni por esas. Pensabas que estos veinticinco años habrían cambiado las cosas y ves que no. Begoña López sigue siendo “la pija”: quince kilos más y unas patas de gallo que intenta camuflar sin conseguirlo, pero la misma mema estirada. Nico el Chincheta pretende hacernos creer que ya no se siente el payaso de la clase restregándonos su éxito en los negocios. Y yo ¿a quién quiero engañar? A pesar de mis dos carreras y mi máster en el extranjero sigo siendo el raro. Por eso cuando el Mocos saca el móvil para la foto de rigor, la Bego se me acerca sacando su mejor sonrisa falsa y no puedo evitar que  el corazón me pegue un salto en el pecho. El Chincheta se arrima como quien no quiere la cosa chupando cámara. Y siento como si detrás de mí estuviera Jaime el Chivi vuelto del pasado con la pistola de su padre, la misma con la que se voló la tapa de los sesos, me la pusiera en la cabeza y disparara al mismo tiempo que salta el flash.

 

Colaboración para «El viernes creativo» https://elbicnaranja.wordpress.com/2017/07/14/viernes-creativo-escribe-una-historia-195/

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El inconformista

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«Nature’s Reflection», Icy and sot

Ignacio Martínez Corral era un niño caprichoso. Lo mismo se le antojaba una piruleta que, según la agarraba, decidía que se moría por un helado. Con el tiempo y la edad, los caprichos fueron aumentando. Cambió tres veces de vocación: de estudiar  Medicina, pasó a Informática y de eso a Filología Portuguesa en Lisboa. Fue allí donde, entre fados trasnochados, conoció a una mujer que le hizo olvidar de repente al tercer amor de su vida. Más adelante, a orillas del Tajo, la segunda lisboeta de la que se enamoró le habló de la magia de aquel  río que transportaba deseos hacia el océano. Miró su aguas oscuras y se vio reflejado: un ir y venir constante, una búsqueda sin fin de un no sé qué que le faltaba. Y entonces quiso ser agua: corriente libre y marina. De pie, haciendo equilibrios en el borde del puente del  25 de abril,  cerró los ojos y lo deseó con tanta fuerza que al final lo consiguió. Ahora se pasa el día llorando por convertirse en nube.

 

Contribución para «Los viernes creativos» https://elbicnaranja.wordpress.com/2017/06/30/viernes-creativo-escribe-una-historia-193/